Ese cielo maldito e inerte
oye y ve todo en este mundo
y pasa inadvertido entre el pueblo
¡Escúchame a mí, por favor!
-No quiero tener que volar
y alcanzarte y golpearte,
y que abras los ojos y comprendas
que aquí abajo necesitan tu atención-.
Puede llover en cualquier instante,
puede secar la tierra un minuto despúes
puede derrumbar la naturaleza,
su amiga y compañera,
con su colosal voluntad.
¡Oh!, admirable y envidiable cielo
¡Escúchame a mi, te lo ordeno!
-No me hagas morir y odiarte;
pactar con el infierno una traición.
Puedo bajar al fondo y ascender
con la velocidad del pensamiento
y poseerte; tú, poseerme-.
-¡Mejor!, juntos tu y yo
caprichoso y ciego cielo.
Juntos podemos reinar:
traeremos vientos desde el norte,
desde el oriente y desde arriba
y entraremos en la sangre de todos-.
El cielo gris, a veces negro,
se ofende por mí y se enfurece.
Entonces, cuando de sus nubes
brota agua sucia y amarga
-como mis sentimientos por él-
es porque llora por mi odio.
Pero él, imperioso y canalla,
descaradamente nos ilumina
con su caluroso azul
a mí y a mi gente
cuando se siente ignorado.
¡Escúchame a mi una última vez!
-Hágamos un acuerdo.
Observa mi pueblo y cuentame
lo que mis ineptos ojos no alcanzan.
Yo haré plegarias para ti y al final
me sobrecogeré contigo para, con alivio,
controlar entre tu claro poder
oye y ve todo en este mundo
y pasa inadvertido entre el pueblo
¡Escúchame a mí, por favor!
-No quiero tener que volar
y alcanzarte y golpearte,
y que abras los ojos y comprendas
que aquí abajo necesitan tu atención-.
Puede llover en cualquier instante,
puede secar la tierra un minuto despúes
puede derrumbar la naturaleza,
su amiga y compañera,
con su colosal voluntad.
¡Oh!, admirable y envidiable cielo
¡Escúchame a mi, te lo ordeno!
-No me hagas morir y odiarte;
pactar con el infierno una traición.
Puedo bajar al fondo y ascender
con la velocidad del pensamiento
y poseerte; tú, poseerme-.
-¡Mejor!, juntos tu y yo
caprichoso y ciego cielo.
Juntos podemos reinar:
traeremos vientos desde el norte,
desde el oriente y desde arriba
y entraremos en la sangre de todos-.
El cielo gris, a veces negro,
se ofende por mí y se enfurece.
Entonces, cuando de sus nubes
brota agua sucia y amarga
-como mis sentimientos por él-
es porque llora por mi odio.
Pero él, imperioso y canalla,
descaradamente nos ilumina
con su caluroso azul
a mí y a mi gente
cuando se siente ignorado.
¡Escúchame a mi una última vez!
-Hágamos un acuerdo.
Observa mi pueblo y cuentame
lo que mis ineptos ojos no alcanzan.
Yo haré plegarias para ti y al final
me sobrecogeré contigo para, con alivio,
controlar entre tu claro poder
Comentarios
Enérgico e imperioso poema, me encantó!
Abrazos Andrés y lindo Fin de semana!!!