I.D.
Aún no he podido abrir
los ojos
desde el día que tu
partida fugaz
cubrió todas estas
montañas
y mi vista se oscureció
en despojos
de memorias, sentidos y
engaños
mientras tu ausencia
recorría toda la faz.
Aún no encuentro un lugar
tan grande
donde guardar tu
recuerdo desvanecido,
pues el olvido está
matando la memoria…
Quiero cruzar el océano
desde los andes
y escapar de esta
tristeza que destrozaría
la espera más larga que
te he ofrecido.
Vi tu imagen luminosa
en el sendero,
antes que te marcharas
de la gran sabana.
Ese sendero, que con tu
rostro iluminaste,
aún espera ser
recorrido por el otoño venidero,
las palmeras y flores
insisten en llamarte…
Ojalá aparecieras de
repente frente a mi ventana.
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