Cerré mis ojos un tiempo,
los soles en tu vista
iluminaron mi oscuridad,
aún no olvido tu brillo.
He soñado contigo anoche
y creo que mucho antes.
Bajo tu voz me sentía
en un lugar conocido,
mis pensamientos y los tuyos
fueron iguales muchas veces.
Jamás experimenté tal felicidad
a pesar, incluso, de las lágrimas.
“Así debe ser” susurraba
inconsciente mi mente
y todavía no comprendo
este sentimiento tan completo.
La paz sentida al admirarte
me regocija de orgullo
y tu belleza no cupo en esta ciudad.
Mis más lejanas metas
son la distancia hacia ti;
tan cerca estuviste de mi
y pienso que son años nuestra distancia.
¿Puede el mundo ser tan pequeño
entre dos ojos que se miran?
¿Pueden los años conservar
las ideas en dos cuerpos?
¿Pueden tus ojos tener el brillo
mismo de la primera vez…
muchos años atrás?
Nunca antes una mirada
me penetró más profundo,
nunca antes unos labios
pronunciaron mis ideas,
nunca antes unas manos
apretaron mi fragilidad,
nunca antes un cabello
ahogó mi llanto apasionado.
Nunca conseguí ver más allá
de la belleza y la perfección,
nunca antes vi el amor
a través de las palabras,
las ideas, las memorias.
Cerré mis ojos un tiempo
y supe que jamás olvidaría
el rostro que yo mismo creé
con palabras, con historias.
Tu rostro apareció la primera vez
en un sueño enrevesado
y desapareció tras otro sueño fugaz.
Así debe ser,
cerraré mis ojos un tiempo.
Así debe ser,
sé que reaparecerás después.
Así debe ser
y mis sentimientos no cambiarán
pues no nacieron en mi interior.
Este sentimiento así debe ser
desde que nos encontramos
quién sabe cuántos años atrás.
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