Hoy vi la luna y algunas de las pocas estrellas visibles en el contaminado e iluminado cielo de Bogotá. Levantar la cabeza y perder mi ubicación terrestre observando las constelaciones en la noche y las formas oscuras de las nubes, es una actividad que me apasiona desde hace mucho tiempo. La luna se veía como pocas veces puede verse aquí: amarilla, brillante aunque brumosa y creciente; salía por encima de las sombrías montañas de los cerros nororientales de la ciudad y el cielo alcanza a pintarse de oro. Así es que vi esta luna esta noche y recordé unas letras escritas en un pequeño tozo de papel, muy adecuadas para esta noche. Quien las escribió era alguien demasiado importante para mí.
Luz de luna. Envuelta en espesa bruma.
¿La recuerdas? ¿Te es familiar?
Sé que sí. Es la misma luz de tus ojos,
la misma bruma de evasiones
cuando no debo escrudiñar en tu alma...
Y aún así lo hago.
Es por lo que vivo ahora:
encontrar el final de ese firmamento oscuro
en el que puedo descubrir mil planetas,
mil estrellas, mil sorpresas cada día.
Allí donde mis sueños y mis fantasías
se hacen realidad con los tuyos.
Cada día eres más perfecto... más para mí
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