Ir al contenido principal

LA LEYENDA DEL HOMBRE CON EL CORAZÓN ROTO

En el pueblo se está escuchando que nació una leyenda. Que hace varios días se escucha a un hombre lamentarse y no parar de gritar en las noches. La gente dice que él lleva la marca de un corazón roto en el pecho. Dicen los más viejos que fue por causa de una mujer de la cual estaba enamorado desde que empezó a soñar, cuando la veía todas las noches en castillos o en barcos, incluso, la primera vez, la vio en un templo y, al despertar, muchos meses después la conoció frente a una librería, donde quedó grabado para siempre el amor en su piel. De ella, cuentan que inspiraba lujuria y paz, que en las noches su voz acariciaba las flores y que al amanecer siempre tenía una sonrisa en su rostro. Muchos hombres se enamoraron de esa mujer por mucho tiempo, unos supieron disfrutar su belleza y amabilidad; otros tontos ciegos jugaron a creerse únicos y perdieron sus recuerdos. Pero este hombre, según hablan, conquistó a aquella mujer una noche en que un brillo ingenuo brotó de su pecho y una mirada infantil y soñadora mostraba cuán profundo llegaban los besos que él sembraba en todo su cuerpo. No fue esa la única vez que él hizo sentir tan preciosa a ella, quien se hacía llamar Mara, pues en la cima de una montaña, con el sol anaranjado reflejando sus verdes ojos, él le prometió que no habría un día para no sentirse enamorada. “Todos los días te conquistaré y te enamoraré” le dijo esa tarde. Y a partir de ese momento, no hubo un solo día sin escuchar palabras de amor y ninguna noche durmieron separados. La gente en el pueblo afirmaba que él era un ángel y había venido a salvar la vida de Mara. Sin embargo él, que sólo era un príncipe –azul para Mara–, decía que era ella quien había salvado su mundo de la terrible soledad, pues nadie antes había visto en ella lo que él vio: una niña inocente y tierna, escondida bajo unos sensuales gestos, que cuando le sonreía, iluminaba el ambiente y lo hacía volar a un futuro lejano bañado de rosas y de años acariciando la vejez. Como todos los enamorados, tuvieron que luchar contra algunas fuerzas malignas que querían invadirlos, no sólo a ellos, sino a todo el pueblo también. Pero ellos eran valientes y mientras sus manos estuvieran entrelazadas no habría nada que les impidiera luchar. Complementaban sus capacidades y toda su fuerza era invencible así que nada pudo separarlos. Sólo ellos mismos podían hacerlo, pues no había nada más fuerte que la unión de sus manos. Aun así pudo romperse el corazón del príncipe y quién lo hizo, a pesar de todo, fue Mara.

No fueron suficientes las promesas que se hicieron besándose las manos. “Todos los días te amaré” solían decirse antes de dormir y soñarse mutuamente. El amor entre ellos parecía eterno, e infinito. Se escuchaba a los niños del pueblo decir que en sus calles nunca se había visto un aire tan brillante y nunca se había sentido un aroma tan dulce hasta que Mara y el príncipe se encerraron por primera vez en una habitación llena de pétalos y de versos sobre los cuales derramaron toda su pasión y todo su gusto, y permanecieron desnudos juntando sus pieles y sus sentidos escuchando las canciones románticas que ella cantaba para él y las poesías más largas y comprometedoras que él jamás haya escrito para alguien. Todos aseguraban que ellos seguirían caminando juntos por los jardines del pueblo, unidos siempre de las manos, hasta que la muerte llegara a acompañarlos en sus caminatas; muchos pensaban, incluso, que seguirían amándose en el otro mundo. Pero todas las promesas, todas las ilusiones, todos los sueños, todas las visiones que existían en el pueblo, todo desapareció un día cuando Mara no despertó con el príncipe. Un viejo loco en las afueras dijo haberla visto salir corriendo esa mañana y cruzar el puente sobre el río vestida sólo con su íntimo pijama. De ella nada se volvió a saber con certeza; sospecharon muchas causas, intentaron adivinar sus sentimientos y algunos supusieron faltas de buen juicio. Pero nadie, ni siquiera el príncipe, quien había vivido con ella los mejores años de su vida y creía conocerla muy bien, pudo saber cuál fue la razón de su partida.

El príncipe seguía encontrándola en sus sueños, más hermosa que nunca, siempre le seducía y le decía que quería volver, que extrañaba sus besos, su cuerpo, sus palabras. Él acariciaba su cintura tiernamente todas las noches mientras la besaba olvidando todo alrededor. Pero despertaba y se daba cuenta que Mara seguía lejos. Hubiera preferido no despertar todas esas noches y volver a vivir lo que en tiempos anteriores fue real. Mas el príncipe nunca perdió su esperanza pues escribía cartas y poesías que mandaba al río esperando que alguna vez llegaran a donde ella estaba. Se aferraba a pensar que Mara continuaba amándolo, que tan sólo había ido a buscar algo que no podía encontrar a su lado, pero regresaría y le daría una gran sorpresa cuando le mostrara el hallazgo y pudiera seguir queriendo estar con el hombre de su vida, quien había vivido en sus sueños y ahora era real, quien era perfecto para ella y a quien amaba todo de sí, hasta que dejara de soñar. Mientras tanto, él esperaba y en el pueblo decían que él era capaz de esperar ahí sentado, frente a su casa, hasta morir de amor, que nunca se pararía de ahí si no era con Mara a su lado. Y tuvieron razón, pues el príncipe dejó su alma ahí sentada.

Nadie volvió a escuchar al príncipe hablar. Los habitantes dicen que se le acabaron las palabras, que nunca se ha detenido a saludar a nadie, que nunca levanta la cabeza y que siempre está llorando. Los chismes se difundieron casa por casa, pero la verdad es que no se puede ver un cuerpo sin alma. En el día sólo se ve una sombra caminando por las paredes, pero nadie es dueño de esa sombra; y se estrella con la gente pero es como si no existiera nadie, les atraviesa como si fueran nada, es invisible para todos. Por donde pasa el cuerpo del príncipe, quedan rastros de sangre en el piso mientras la sombra escurre lágrimas. Todos en el pueblo entienden el dolor que pudo sentir y dicen que sin Mara a su lado, el pueblo se ahogaría en lágrimas y en tristeza pues cada vez eran más largas las caminatas que el príncipe hacía para buscarla. Desde esos días en que simplemente se ve un cuerpo caminar día y noche como si no tuviera alma, derramando sangre y buscando a través de las ventanas encontrar a esa mujer, se dice que el príncipe abrió su pecho, y vio su corazón roto. Su herida no se ha cerrado en mucho tiempo y cada día se puede ver un hombre sentado en frente de su casa, inmóvil, y una sombra caminar por las calles.

El príncipe está bien actualmente, cada noche sigue escribiendo las cartas y poesías que llevará al día siguiente al río para enviarlas a Mara y luego da vueltas por el pueblo buscando historias que pueda contarle a ella para hacerla regresar. Esa era la razón por la cual no hablaba con nadie. Su dolor fue fatal, a tal punto que, como cuando sentía amor con Mara, el aire cambió y las personas comenzaron a ver caos entre sí y a alucinar con hechos tristes y agónicos, como el del hombre con la marca en el pecho, que era él mismo visto desde la gente. Esa leyenda, que era él mismo, fue la última carta que le envió a Mara. Continuó esperando mientras veía las personas vivir, ser felices, besarse, abrazarse y él quería sentir eso otra vez más, pero esperaba porque ya había sido feliz, y a diferencia de esa gente, podía amar una sola vez y morir de amor si fuera necesario. Pero muy en su interior, sabría que valdría la pena la espera, pues la mujer de sus sueños, de su vida, su felicidad y su amor, vendría algún día a hacerlo sonreír nuevamente y a cumplir los sueños huérfanos que nacieron el día en que ellos dos se enamoraron y que aún podían ser cumplidos.

Comentarios

| A+N+D+O+R+E+S+U | ha dicho que…
Hola a todos,

Luego de muchos meses de ausencia aquí, he querido regresar. Saber que hay más de una persona a quien le gusta mi literatura, me hace muy feliz. Así que para esta vez, un regreso especial, publiqué un cuento que finalicé hoy. La verdad es una historia anecdótica, pero espero que les guste y que sigamos viéndonos en nuestros blogs.

Gracias, chao y buena mar para sus letras
MaRa ha dicho que…
excelente como siempre...
Anónimo ha dicho que…
mi historia, gracias por escribirla, un principe con el pecho abierto esperando a mi princesa....
Unknown ha dicho que…
Hola excelente el cuento! Conocen algún relato mitológico sobre corazones rotos!!! ??? muchísimas gracias !!!

Entradas populares de este blog

CARTA AL FUTURO De no ser por esto, ya me habría suicidado. Hace muchos años que la idea de una muerte temprana llegó a mi cabeza. Morir joven y hacer parte de ese selecto club de los Veintisiete. Ser recordado casi eternamente como un osado y loco joven que escribió lo suficiente, que amó lo suficiente, que estudió lo suficiente, que escaló lo suficiente, que trabajó lo suficiente, que viajó lo suficiente y que vivió lo suficiente. En las ocasiones anteriores siempre hubo algo que me detenía y me motivaba a seguir intentándolo y vivir. Terminar una carrera, conseguir un trabajo, conocer el amor de la vida, empezar practicar otra actividad, viajar. Toda una vida organizada y estructurada, una rutina a mediano plazo, a final de cuentas. Y, ciertamente, hice todo aquello, y lo hice bien. Terminé una carrera y una maestría. Practiqué muchos deportes, gané competencias e hice marcas personales en varios deportes. Conocí las montañas, la velocidad y la adrenalina y eso me hizo sentir v

Un Mundo Nuevo

Hay un lugar donde las vidas no pierden su memoria, un lugar donde los recuerdos se confunden con los hechos y el tiempo es sólo un suspiro de una eternidad sin historia y los sueños son de otras realidades presagios estrechos. De ese lugar, lejano y cercano, exterior e interior, donde tus ojos son las estrellas en su cielo y tu cabello el agua de sus montañas y ríos, de ese lugar llegaste tú con tu magia y consuelo. Olvidaste el tiempo en tu universo para poder venir, a cambio has podido cargar tu pasado y tu futuro. A veces logro, amor mío, verlos en tus ojos sin fin y con tu luz, un significado a mi existencia descubro.       

DEJO MI CIUDAD

Dejo mi ciudad en una tarde rosa, los edificios viejos y violetas, las nubes entre amarillas y rojas, el cielo que es azul en el horizonte y oscuro sobre las montañas. Ah, calentamiento global ¡Qué bien se ve y qué mal hace! Extrañaré esta grande ciudad, sus tres cielos y su frío, la noche opaca e impenetrable con contadas estrellas, los vientos que desgarran los árboles y arrullan, con las hojas, los insectos. Extrañaré las calles limpias y los andenes altos. Cambio el amanecer tardío por un atardecer a las 7 pm con leche y estrellas en el cielo, con las olas bañando la arena y la marea dándome cafeína; cambio kilómetros de cotidiano caminar por el sudor de unos metros cuesta arriba; cambio la rutina sedentaria por cortos paseos en fiestas carnavales, comparsas, con la compañía de una mujer y el calor entre la brisa y el agua, desde el mar hasta las nieves. Dejo mi ciudad, pero no tardo. volveré pues me gusta la frialdad la congestión, la polución, la luz artificial, las chaquetas y c