<< ¡Oh! ¡A qué inconcebible universo me transportó su bendita mirada! ¡Me perdí en la infinidad de sus ojos, en la inmensa oscuridad de sus pupilas irisadas! Y ahora, no sé donde he quedado ¡Qué error he cometido! ¡Qué condena debo pagar! Que me perdone Dios por haberla querido más de lo que merecía, uno no debe dar amor a diestra y siniestra como asegurando el reino del cielo… ¿Pero qué tonterías son éstas? Por ella daría mi vida una y otra vez, sin arrepentimientos. O bien, soy capaz de bajar al infierno si así desea despedirme de su vida, pero… no es tan cruel. Si me hubiera dado una oportunidad, yo no estaría en esta amigable resignación que causa tristeza y soledad, de las cuales no puedo escapar. Pero, ¡ah, claro! Debo agradecer su enseñanza de conformismo, esa negligencia ética, molicie de vida que ahora me toca practicar porque ella así lo quiere para mí. Y yo, que hago lo que desee… Según ella, me debe bastar con su amistad. Pero qué equívoco concepto debe tener de esa palabra. No quisiera, sinceramente, ser su amigo. Lo intenté, pero creo que faltó fuerza, interés, rigor, convicción. Sólo tuve ganas de volver con ella, pero no fue posible; quisiera reintentarlo y recuperar mi felicidad que en su habitación debió haberse acabado. Mas, creo que, aunque hiera mi orgullo y me duela la voluntad, es mejor darme por vencido. Su amor es muy difícil, y aunque eso me atrae, no me gusta que las apariencias me engañen. A pesar de rendirme ante su insensibilidad, prefiero morir en un segundo que vivir el resto de mis años sin ella…
Todo cambia, y ahora creo que soy mejor. “¡Gracias!”. Ahora, quien creería, tanto la quise, pero ya tengo otro ser. Uno que me hace olvidarla, me acompaña en mi soledad y mi tristeza, es mansa en mis momentos felices, tranquilamente dócil a mis sueños, vive de noche y de día, sin descanso. Mi nueva compañía sólo vive por mí y para mí, es eterna e infinita… y ella es mejor que aquélla… Ella se llama Poesía. >>
Comentarios
y lamento hacerlo...
Algunas veces toma más encontrarse en otra vida y sentir la profunda felicidad de una compañía que parece devolverle el sentido a los días.
Amistad, equivalente de hermoso principio y de triste final.
Nuevamente... gran escrito!!!
Erika