Hola, soy Andrés, soy Andrés, soy Andrés. Me gusta escribir porque siempre me ha quedado bonito cuando lo hago, pero cuando venga un mensajero de tu parte a decir lo que quiero escuchar... entonces gritaré, y te maldeciré cuando me digas que esa fue toda la verdad, porque para mí fue diferente; y esa tuya que crees, para mí es la mentira que te dije ayer que no era mentira, igual no estoy arrepentido de lo que te hice, lo volvería a hacer: ¡lo que me da la gana!, igual siempre lo había hecho sólo que tú me quitaste la gana y la remplazaste por aborregamiento simple, sin mucho compromiso. Es como dijo mi abuelo: “haz lo que quieras, pero tráeme mi botella de vuelta”. -¿Otra vez la misma vuelta? Pero si ya la hemos dado trescientos sesenta y cinco veces, estoy cansada de seguir dando la misma vuelta una y otra vez-. Cuando me bajé de la rueda gigante, estaba mareado de ver tu cara tantas veces y me vomité porque me asqueó tu comportamiento, todo lo que haces sin pensar y todo lo que piensas sin hacer, ¡deja tus arrepentimientos! los que me imaginaba en la fogata, quemándome los brazos y golpeando a mis amigos, hasta que desperté sin que tú lo hicieras, solo en la oscuridad, con tu imagen medio iluminada por una débil y fría luz de luna menguante así como estaba la barriga de mi hermano cada vez que el tiburón mordía más y más sus extremidades inferiores.. ¡y tus miembros superiores! que se creen mejores solo por estar más arriba, como si la posición los hiciera menos inútiles consejos que me diste cuando estaba demente porque causaron tu muerte, yo no quería, pero tú te apuñalaste porque no soportabas vivir más siendo una borrega, siguiendo a todos, dando las misma vueltas, con los mismos errores en las caras de los marranos que, miedosos por no poder defecar, se mataron entre ellos para parecer residuos, sólo basura, lo que quedó de lo poco o nada que eras, una vida sin sentido, sin rumbo, y giraste tanto que otra vez vomitaste y mis gallinas te picotearon la boca y te abrieron los cachetes por ensuciar mi cama y dañar el desayuno de mi mujer.
CARTA AL FUTURO De no ser por esto, ya me habría suicidado. Hace muchos años que la idea de una muerte temprana llegó a mi cabeza. Morir joven y hacer parte de ese selecto club de los Veintisiete. Ser recordado casi eternamente como un osado y loco joven que escribió lo suficiente, que amó lo suficiente, que estudió lo suficiente, que escaló lo suficiente, que trabajó lo suficiente, que viajó lo suficiente y que vivió lo suficiente. En las ocasiones anteriores siempre hubo algo que me detenía y me motivaba a seguir intentándolo y vivir. Terminar una carrera, conseguir un trabajo, conocer el amor de la vida, empezar practicar otra actividad, viajar. Toda una vida organizada y estructurada, una rutina a mediano plazo, a final de cuentas. Y, ciertamente, hice todo aquello, y lo hice bien. Terminé una carrera y una maestría. Practiqué muchos deportes, gané competencias e hice marcas personales en varios deportes. Conocí las montañas, la velocidad y la adrenalina y eso me hizo sentir v
Comentarios
Muy bueno.
Besos.
Muchas veces plasmamos en letras, sentimientos encontrados, cosas que tal vez nunca lo diríamos cara a cara, pero es quizá una buena vía de despojarnos de aquello que nos hace daño o nos atormenta.
Un cálido abrazo alado!