Ir al contenido principal

Melancolía


Cuando se extraña el mar,
se escapa el alma; hay soledad.
No se pueden parar las olas,
como no se puede tener lo perdido.
La arena que penetra la piel
son recuerdos de la espuma que otrora
abrazaba tu cuerpo interminablemente,
tal como la felicidad del jardín.

Naufrago en un cayo, de noche;
presiento que el mar es maldito.
Extraño mi hogar, el café,
las flores en la cama, la música.
Este viento frío que me golpea,
las ondas monstruosas en la oscuridad,
las notas tenebrosas del silencio,
agobian mi calma, están matándome.

Extraño el mar, la vista.
El mundo que tenía desapareció
con mis ojos y la melancolía.
Tengo conmigo toda esta tierra,
todo el agua, toda la luz.
Se va mi alma trás de ti,
extraña tu felicidad, tu vida.
Pero te siento aquí en frente.

Comentarios

EL AVE PEREGRINA ha dicho que…
Una belleza de entrada, impregnada de melancolía añeja, esos recuerdos de la tierra, de sus gentes,de las olas que ondeaban suavemente junto con la tierna brisa...

¡Bellos sentimientos,A+N+D+O+R+E+S+U
| A+N+D+O+R+E+S+U | ha dicho que…
Es un gusto saber que tu interpretación es también que siento, y una interpretacion muy apta para esta poesía. Interprtaciones, sentimientos al leerla... infinitas. Incluso yo las tuve al escribir.

Saludos
Begoña Argallo ha dicho que…
El mar, siempre el mar, infinito como infinita es la poesía. Me gusta tu forma de escribir, si no te importa me quedo. Me gustan los lugares donde la letras suenan como la buena música :)
Saludos
| A+N+D+O+R+E+S+U | ha dicho que…
Gracias!
Por comentarios de este tipo es que nunca quiero dejar de escribir...

Pero ahora no estoy en buen momento para seguir haciéndolo. En http://literariokapasulino.blogspot.com/2011/03/taller-abierto-marzo-2011.html dejé mi comentario sobre este tema.
Agradezco tu gusto pero espero que para cuando vuelva todavía lo sigas teniendo y aguardes por seguir leyéndome.

Hasta entonces...

Andrés Daza Narváez

Entradas populares de este blog

CARTA AL FUTURO De no ser por esto, ya me habría suicidado. Hace muchos años que la idea de una muerte temprana llegó a mi cabeza. Morir joven y hacer parte de ese selecto club de los Veintisiete. Ser recordado casi eternamente como un osado y loco joven que escribió lo suficiente, que amó lo suficiente, que estudió lo suficiente, que escaló lo suficiente, que trabajó lo suficiente, que viajó lo suficiente y que vivió lo suficiente. En las ocasiones anteriores siempre hubo algo que me detenía y me motivaba a seguir intentándolo y vivir. Terminar una carrera, conseguir un trabajo, conocer el amor de la vida, empezar practicar otra actividad, viajar. Toda una vida organizada y estructurada, una rutina a mediano plazo, a final de cuentas. Y, ciertamente, hice todo aquello, y lo hice bien. Terminé una carrera y una maestría. Practiqué muchos deportes, gané competencias e hice marcas personales en varios deportes. Conocí las montañas, la velocidad y la adrenalina y eso me hizo sentir v...
Él está acostado en su hamaca y ella se acuesta en el piso, a un lado de ésta. Se queda mirándolo desde abajo, como quien mira una pieza inalcanzable de un museo. En el fondo, sabe que es inalcanzable, al menos para ella. Lo mira como si él estuviera sobre un rascacielos y no a unos cuantos dedos de distancia. Ella le mira sus ojos, mientras él los protege dentro de las páginas de su libro, y es como si viera las estrellas o las nubes al atardecer. Sabe que están ahí, pero no sabe lo lejos que están.

Todos los días pienso en ti

I.D. Aún no he podido abrir los ojos desde el día que tu partida fugaz cubrió todas estas montañas y mi vista se oscureció en despojos de memorias, sentidos y engaños mientras tu ausencia recorría toda la faz. Aún no encuentro un lugar tan grande donde guardar tu recuerdo desvanecido, pues el olvido está matando la memoria… Quiero cruzar el océano desde los andes y escapar de esta tristeza que destrozaría la espera más larga que te he ofrecido. Vi tu imagen luminosa en el sendero, antes que te marcharas de la gran sabana. Ese sendero, que con tu rostro iluminaste, aún espera ser recorrido por el otoño venidero, las palmeras y flores insisten en llamarte… Ojalá aparecieras de repente frente a mi ventana.