Yacía frente a los pies de Arturo un hombre muerto. Lo miró detenida y curiosamente tratando, tal vez, de reconocer el cadáver de alguien conocido. Sin embargo sentía que esa muerte tenía alguna relación con él en algún sentido. Se acercó al cuerpo para comprobar su muerte cuando se asomó un policía y le dijo: -Está muerto. El médico se acaba de marchar; la familia ya viene. El féretro está listo. Profundizó la mirada. -¿De qué murió? –Preguntó Arturo. -Suicidio, parece… ¿Lo conocía usted? Entonces Arturo se dio cuenta que no importaba. Estaba en el lugar equivocado en un momento inapropiado. -En absoluto –aseguró y escapo de ahí. Avanzó su camino hacia la izquierda, observando, como a cada paso, todo alrededor parecía envejecer. Pasó frente a una iglesia y entró. Había un matrimonio allí. -¿Aceptas a este hombre como legítimo esposo para amarlo siempre y en cualquier situación…? –escuchó decir al sacerdote. -Acepto –pronunció firme esa joven hermosa. En aquél m...